07 abril 2011

Teoría de las puertas



Es curioso lo que me pasa con las puertas.

Desde pequeña me han gustado cerradas. Siempre cerrado el salón, siempre dormir con la puerta cerrada, siempre cerrar el baño... HASTA CON PESTILLO, aunque fuese para lavarse los dientes.

Luego me casé, pero seguía viviendo en casa de mis padres (cosas de las constructoras) y aunque estuviesemos solos Doc y yo, puertas cerradas.

Entonces nos fuimos a vivir a nuestra casa, y todo cambió. Puertas abiertas, del salón, de la habitación, incluso del baño. Intimidad compartida.

Y llegó Guille, con lo que la intimidad pasó a un quinto plano. Toda mujer que haya estado embarazada sabrá que, empezando porque todo el mundo sabe que has hecho pis en un palito, te olvidas de las palabras intimidad, pudor, vergüenza.... Luego pasamos a duchas con las puertas de par en par, por si Guille protestaba. Hamaquita en el baño para poder cortarse las uñas, y cosas similares.

Pues ahora ha llegado el día en el que cerrar la puerta supone sacar un ratito para uno mismo...